Habiendo visto parte del amago de debate de investidura de Presidente de Gobierno, a uno, que siempre está dispuesto a echar una mano, se le ocurre que podríamos convertir el Congreso en un colegio de integración, a ver si conseguimos sacar a estos chicos adelante antes de que no lleven remedio. Ya sé que será una ardua tarea, pero algo habrá que hacer, y por intentarlo que no quede.
El siguiente artículo, aunque al lector superficial pueda parecer una de tantas crónicas frívolas y mundanas (del "cuore", vaya), es el mejor y más certero análisis de la situación que he tenido ocasión de leer estos días.
'Snchz' en su país multicolor
El George Clooney del PSOE [
copyright de Susana Díaz] fue recibido con división de opiniones. El presidente del
Congreso,
Patxi López, llamó al orden escoltado a su derecha por
Alicia Sánchez Camacho y
Celia Villalobos, el
silicon valley del hemiciclo [por lo innovador].
Sánchez llegó al día D con la camisa blanca de su esperanza y la corbata estrecha como si fuera una soga. No era para tanto. Él está convencido de que puede formar gobierno y de momento, no sabemos si se trata de su optimismo patológico (ríanse de
ZP, observador de nubes) o de que en efecto, es un trilero (pacto por aquí, pacto por allá) a punto de llegar a algún acuerdo con otras fuerzas políticas además de
Ciudadanos. El viernes tendremos que afrontar con él la realidad.
Su discurso siguió las pautas habituales de cursilería, rimbombancia y corrección política -"los 350 mujeres y hombres que forman el Congreso"- aunque sorprendió cierta falta de vehemencia. Sería la falta de concreción de sus propuestas. "Un pragmatismo utópico, una utopía pragmática. (...) El mestizaje ideológico (...) En corrupción, renunciaremos al
y tú más", decía como si fuera una abeja
Maya en su país multicolor. Ya verán: si logra gobernar echaremos de menos la crudeza bestiaja de
Montoro.
Pero no todos pensaban igual. A
Fernández Vara, el sensatísimo presidente de Extremadura, le pareció que su secretario general había hecho un "discurso muy correcto".
Los cambios en el hemiciclo eran muchos. Ninguno incluía a
Rajoy, que rumiaba [¿un chicle?] las palabras de Sánchez como si fuera un venado viejo en el pasto. A su lado,
Sáenz de Santamaría. Había llegado capitaneando a sus gaviotas, entre las que estaba
Lasalle, que miraba con recelo a los "cesaristas bonapartistas posmodernos" [como definió a
Albert Rivera]. En la segunda fila, mientras Sánchez hacía analogías entre alta cocina y gobierno,
Dolores de Cospedal -
normaduvalizada- no cesó de parlotear con
Hernando. Natural, en el PP se contemplaba la sesión como una "pérdida de tiempo".
Desde la tribuna de prensa, no se vislumbra la nueva política. Por eso era imposible dilucidar a quién dedicaba
Monedero un saludo militar. El fundador de
Podemos estaba justo al lado de la familia de Sánchez, que observaba a su guapo desde la tribuna de invitados. En la fila superior, se sentaron
Rosa Conde y
Carmen Alborch, dos históricas del PSOE que no debían tener nada de lo que hablar porque colocaron los abrigos y bolsos en el sillón que quedó libre entre las dos.
En el palco contiguo, aunque también incluidos en la sección paleontológica de nuestra política nacional, Yogui (
Cándido Méndez), Bubu (
Toxo) y
Amparo Rubiales mirándose las uñas.
Iglesias llegó de camisa negra y se marchó diciendo que el discurso de Sánchez había sido más de lo mismo. "Buah", se le escuchó decir cuando subió en ascensor a su despacho. Le secundó
Errejón en la posterior rueda de prensa. El par no cesó de reírse de cada una de las cosas que decía el aspirante a presidente.
Bescansa, sin su hijo al pecho, se despojó de la chaqueta vaquera con la que había estado trasegando en las horas previas a la sesión y lució camisa de seda como la señora bien de
Santiago que es.
Victoria Rosell no exigió trato VIP alguno y se sentó muy tranquila a escuchar la perorata. En lo que se refiere a las otras damas podemitas, habría que recalcar que pese a que
Tania Sánchez se aposenta ahora más lejos de Iglesias que
Irene Montero, se la veía muy jacarandosa en minifalda [esta es una crónica tan frívola como la alocución de
Snchz].
Camisa blanca también llevaba Albert Rivera. Nadie escuchó lo que habló de bancada a bancada con
Jorge Fernández Díaz. Quizás fuese que Sánchez se había saltado en su alocución la parte en la que aludía a la eliminación de las diputaciones. "Iba largo", se justificó el PSOE.
Rajoy se pasó la sesión haciendo bolitas de papel [una sería para envolver el chicle]; el miércoles le dará un buen baño de blanco y negro al
abejo Maya y a su país multicolor.
Entonces le sacarán a Rita Barberá y comenzará el "
y tú más".
EMILIA LANDALUCE - El Mundo, 01/03/2016