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domingo, 2 de marzo de 2008

Permítanme que no les tutee

Alguna vez alguien me ha preguntado por qué en los blogs escribo siempre "de usted".
Nada más sencillo de explicar: primero porque no conozco a quien lee dichos blogs (espero que no sean sólo familiares y amigos) y luego porque me deprimiría mucho que acabasen siendo blogs para "coleguillas".
A uno, a quien le gusta entrar en los bares y/o tabernas, jamás se le ocurriría llamar al camarero o camarera con esa maravillosa y estúpida frase: "¡Oye, niño (o niña), sírveme un Rioja!". Es que a lo mejor el "niño/a" tiene sesenta años. Pero aunque tenga dieciseis.
Pues como esto, todo.

En fin, lo diré con palabras de Arturo Pérez Reverte, que lo explica infinitamente mejor que yo, y con el que -estoy convencido- podría calzarme unas cañas bien a gusto y filosofar sobre esto o aquello sin problemas, y no sólo porque seamos de la misma generación y los dos tengamos canas en la barba.


"Hay un director de negocios del sector Movistar de Telefónica –evitaremos el nombre, para no ensañarnos con la criatura– que me escribe de vez en cuando y a quien no conozco de nada. Quiero decir que nunca hemos ido juntos al colegio, ni frecuentado los mismos restaurantes con amigos comunes, ni trabajado en el mismo periódico, ni en la tele. Tampoco creo que nos hayan presentado nunca. Es posible, eso sí, que compartamos aficiones; que le gusten los libros viejos, y las películas de John Ford, y el mar, y las señoras a las que uno puede llamar señoras sin necesidad de estar conteniéndose la risa. Es posible todo eso;
e incluso que, en el fondo, él y yo seamos dos almas gemelas, que en la barra del bar de Lola o en cualquier sitio parecido pudiéramos calzarnos unas cañas filosofando sobre esto o sobre lo otro. Pero eso no lo sabremos nunca. Por otra parte, ni siquiera sus cartas son personales. Si lo fueran, si las palabras que me dirige y firma tratasen de asuntos particulares entre él y yo, lo que estoy escribiendo tendría menos justificación.... Pero no es así. Sus cartas son formales, profesionales. De empresa que presta sus servicios al cliente que los usa y disfruta. Para entendernos: yo pago y él cobra. Y sin embargo, fíjense, va ese gachó y me tutea: «Estimado cliente. Nos complace comunicarte...».
Dirán algunos de ustedes que qué más da. Que los tiempos cambian. Pero me van a permitir que no esté de acuerdo. Los tiempos cambian, por supuesto; y a menudo más para bien que para mal. Pero una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa. A lo mejor lo que pasa es que algunos directores de negocios de Telefónica, sus asesores y sus publicitarios, relacionan eso del teléfono móvil y toda la panoplia con gente joven en plan colegui, o sea, mensaje y llamada desde el cole con buen rollito, subidón y demás, a qué hora quedamos para el botellón, tía, etcétera. Pero resulta que no. Que el teléfono móvil no sólo lo utiliza la hija quinceañera del director de negocios de marras, sino también dignas amas de casa, abuelitos venerables, académicos de la Historia, comandantes de submarino, patriarcas gitanos y novelistas de cincuenta y seis años con canas en la barba. Algunos, tan antiguos de maneras que tratamos escrupulosamente de usted a la gente mayor, y a los desconocidos, y a los taxistas y a los camareros y a los dependientes –empleados de Telefónica incluidos–, como a cualquiera que por su trabajo nos preste un servicio, aunque se trate de gente jovencísima. Hablar de usted a la gente en general supone respeto, convivencia, educación y delicadeza. Por eso el tuteo rebaja y molesta a muchos destinatarios, entre los que, es evidente, me cuento. Cosa distinta es recurrir al tuteo –"Permitidme tutearos, imbéciles", por ejemplo– de forma deliberada, buscando la ofensa. Eso de insultar ya es cosa de cada cual, y cada cual tiene sus métodos. Pero dudo que insultarme sea intención del director de negocios de Telefónica que me envía las putas cartas...

Recuerdo también a una ministra nacional pidiendo a los periodistas que la tutearan. «Amo a deharno de protocolo», dijo la prójima; ignorando que en Francia, por ejemplo, a un periodista que no llama "monsieur le ministre" a un ministro pueden echarlo de la sala de prensa a patadas en el culo. Pero que una ministra española olvide la dignidad de su cargo –que no es suyo, sino de la nación a la que representa– no significa que esto sea una peña de compadres. Aunque a veces lo parezca en los tiempos que corren, no todos guardamos puercos juntos, allá en nuestra tierna infancia. Cosa que, ojo, digo parafraseando a los clásicos. Me apresuro a puntualizar eso antes de que la oenegé "Porqueros y Porqueras sin Fronteras" –apuesto lo que quieran a que también hay una– me llene de cartas airadas el buzón. O sea, que me limito a citar. Que conste. Y aún matizo más: dicho sea con todo respeto, añado, para los que guardan puercos.

8 comentarios:

finchu dijo...

No sé si sabes que Perez Reverte es de Cartagena, del poblado de refinería que dicen aquí, quizás si desconoces este dato no comprendas en toda su dimensión este escrito suyo.
En esta zona, me tratan de usted hasta a mí, y cuando les pido que me tuteen pues somos compañeros de curro, me dicen que son sus costumbres, estoy de acuerdo en que ese señor de telefonica se está pasando al tutear a todo quisqui en circulares de empresa, pero nosotros pertenecemos a otra cultura y en general en muchos casos tratamos a veces de usted a personas con las que simplemente no queremos tener trato, con lo cual representa mas desprecio que respeto, no te parece?

Juan Nadie dijo...

Sí sabía que el Reverte es de Cartagena, pero no conocía las costumbres de la zona, gracias por la información. Pues mira, me parecen bien.
Como comprenderás -nos conocemos de hace más de treinta años, casi cuarenta- el post trataba de poner en solfa la manía que hay hoy en día de tratar de tú a todo quisque, sin conocerlo de nada, y allá te va.
No creo que tratar de usted a alguien mayor que tú, a quien no conoces, sea síntoma de no querer trato con esa persona. Simplemente debería ser algo natural.

jose dijo...

Aún estando de acuerdo en general con Nadie, coincido con Finchu en que a veces se emplea el Usted para tomar una distancia y obligar al contrario a que se corte un poco.
Pero en ningún caso debería usarse el tuteo en comunicaciones comerciales u oficiales, que es lo comun en estos tiempos, creo yo.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Nadie dijo...

¡Ja, ja, ja...! Hombre, por Dios, ¿tan difícil es de entender?
Quienes me conocen saben perfectamente de qué voy, y no es precisamente de estirado, sino todo lo contrario. Presumo de tener amigos hasta en el infierno.
Por otra parte, jamás he consentido que ningún alumno me trate de usted, si es que alguna vez se le ha ocurrido a alguien. Soy persona muy cercana, créeme.

jose dijo...

Doy fe de esto último.

finchu dijo...

Acho, tio, eg que no tenterah, si don Grabiel te pide que deh una cambolita en mitá de shu dehpasso pue te la pega y tan contento qer que manda manda y passo estamo.
El hecho de que Cartagena fuese el último bastión de la República propició un tratamiento especial que costará varias generaciones, para poder recuperar cierta dignidad.
No resulta facil de comprender.

Juan Nadie dijo...

No creas, se entiende todo perfectamente. Está tan claro como el agua clara

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