- ¿Vuelta a España? ¿Pero eso existe todavía?
- Hombre, si está a punto de terminar, creo.
- ¿Y porqué no nos han avisado?
- No sé, pregúntele a la Federación de Ciclismo, al Ministerio del Deporte, a las televisiones o a alguna institución pública, pero no a mí, que no entiendo.
- Es que yo recuerdo aquellas Vueltas de cuando entonces, que se codeaban (casi) con el Tour de Francia -y no digamos con el Giro de Italia-, y que eran una maravilla. Por cierto, ¿me puede decir quién va el primero en la general, cuándo termina, y, sobre todo, dónde están los corredores ahora mismo?
- ¡Y yo qué sé! Investigue en los periódicos deportivos, a ver si entre todo el guirigay futbolero encuentra una pequeña reseña sobre el asunto.
El titiritero (qué hermosa palabra) de este cuento se llama Alberto.
Moviendo sus pinceles y sus lápices, traduciendo en palabras las aventuras de los personajes de esta historia, devuelve la vida a muñecos que han esperado años a que alguien los resucite y juegue con ellos. Estaban ahí, al leer las primeras líneas de este libro, uno se da cuenta de que siempre estuvieron ahí, esperando que nos acordáramos de ellos.
Alberto crea en estas páginas espacios en los que el tiempo no pasa. Lugares que existen mientras exista quien pueda imaginarlos. Tiendas y trasteros repletos de baratijas en las que todavía podemos encontrar los juguetes que nunca nos trajeron los Reyes Magos, o los que tuvimos y se rompieron a base de acompañarnos en aventuras que están escritas mientras logremos recordar que fuimos niños.
Como los colores de su dibujo, dormido durante años, esperando a que un rayo de luz los despierte y les devuelva toda su intensidad, estas nuevas figuras son el resumen de muchas vidas porque, todas las historias son al final, y siempre, la misma...
... Alberto, el dibujante, el pintor, el titiritero, el cuentacuentos, lo sabe.
Sabe que cuando nadie nos mira, somos invisibles. Y en ese instante, percibimos en paz el mundo. Y su belleza. [del prólogo de Julio Ceballos]
Fotografías de Juan Nadie y Jose
Realización de Alberto Calderón
Fragmentos del texto de presentación de "La Vijanera" en La Casona: Al escribir este relato he tenido en cuenta personajes, situaciones y objetos que en alguna ocasión me han emocionado.
[...]En el cuento expreso mi admiración por los maestros artesanos que son capaces de fabricar, con poca cosa y mucha intención, el juguete que en su día tanto nos impresionó y nos hizo soñar. En La Vijanera el personaje que reúne los requisitos que señalo es el bonachón de Bonifacio "El Juguetero".
Me maravillan los creadores de artilugios, imaginarios o reales, que están por encima de la tecnología más avanzada, independientemente de que sepamos que esos cachivaches sólo existen en el coco del narrador, justo debajo de su boina.
En el cuento está representado por el transportador antigravedad, mitad fórmula uno, mitad coche de bomberos, que tiene la facultad de integrarse y desintegrarse a voluntad de las marionetas protagonistas.
Siento simpatía por las personas que llegan a reconocer, a través de vestigios olvidados por nuestros ancestros, el sitio de donde venimos y el lugar hacia donde vamos.
En este cuento, los mosaicos, las cerámicas y los frescos nos narran silenciosamente, mudamente, el ayer, el hoy y el mañana del carnaval de La Vijanera...
[...]Espero que el cuento sea de vuestro agrado y, si es así, me sentiré inmensamente feliz y dichoso de haber escrito y coloreado esta historia fantástica. (Alberto Gallo)
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La exposición 'La Vijanera', con las pinturas, dibujos y figuras de barro de Alberto Gallo y las cerámicas de Mónica Gallo, permanecerá abierta en La Casona de Reinosa hasta el día 24 de agosto. Les aconsejamos que no se la pierdan, aún están a tiempo.
Yendo a trabajar al curro por la mañana voy oyendo la radio, cuando dan las temperaturas y dicen Reinosa: cinco grados, seis grados, pienso: estos están echando de menos California, máxime cuando en mi coche marca 22º
Todos ustedes conocen el "Mito de la Caverna" de Platón. Si no es así, disimulen y comiencen a leer.
Nosotros, los habitantes de este blog, que somos más chulos que un ocho, nos hemos sacado de la manga un mito "ad hoc": el "Mito de la Taberna", que para el caso es lo mismo o parecido.
En la taberna se habla de todo lo divino y lo humano y se arregla el mundo en dos patadas, de modo que, como buenos tabernícolas, hemos decidido liarnos la manta a la cabeza y echarnos al monte para hacer lo propio. Si a partir de ahora ustedes ven que el mundo no mejora, no nos culpen, nosotros le ponemos el máximo interés y declinamos cualquier responsabilidad.
Una cosa está totalmente prohibida: que abandonen este blog. Hagan el favor, hombre, tampoco cuesta tanto...
P.S.: Esta introducción está llena de tópicos. No es premeditado, es que el prologuista no da para más, qué le vamos a hacer. Si alguien conoce tópicos más originales (toma contradicción), nos lo haga saber, por favor.