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viernes, 9 de abril de 2010

Gilipollas: el que es tonto y no lo sabe

Travesía de Gil Imón
Tranquilos, no voy a insultar a nadie. Simplemente es que este divertido y documentado texto anda circulando por Internet y creo que merece la pena leerlo:

En Madrid hay una calle llamada de Gil Imón, haciendo de travesera entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia. Está dedicada al que fue alcalde de la capital en el siglo XVII, Don Gil Imón, cuando el duque de Osuna organizaba sus célebres bailes a los que acudía la crema de la más alta sociedad, para poner en el escaparate a las mas lindas damitas como oferta casadera, las cuales acudían ataviadas con su miriñaque de fino muaré. A las damitas de entonces se les aplicaba el apelativo de "pollas", palabra que en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) lleva, como sexta acepción, figurada y familiarmente, el significado de jovencitas, algo que hoy se ignora. La polla de entonces es la "tía" de ahora, y las mentes malévolas sustituyen el significado antiguo de polla por otro de morbosas connotaciones...


El tal Don Gil era un personaje de relieve (la prueba está en que tiene dedicada una calle en Madrid) y su nombre aparecía frecuentemente en los ecos de sociedad de las revistas del corazón de la época. El hombre, después de atender a los acuciantes problemas que su cargo de alcalde comportaba, se sentía obligado a responsabilizarse de sus deberes familiares como buen padre. Tenía dos hijas en edad de merecer, algo feas, no muy sobradas de gracejo y hasta un poco tontuelas. Y se hacía acompañar por ellas a todos aquellos sitios a los que, invitado como primera autoridad, tenía que acudir. Él, en su fuero interno, acudía no como primera autoridad municipal sino como primera autoridad familiar: tras la imponencia de unos enormes bigotes municipales, se ocultaba un gran corazón de padre.

-¿Ha llegado ya D. Gil?
-Sí, ya ha llegado D. Gil ... como siempre acompañado de sus pollas.

D. Gil departía animadamente con los próceres de la ciudad y mientras tanto sus dos pollitas iban a ocupar algún asiento que vieran desocupado, a la espera de que algún pollo (en masculino solía aderezarse con la palabra "pera" de modo que se decía "pollo-pera") se les acercase, cosa siempre poco probable: pocas veces había alguien que les dijera "hazte p'allá", como dicen en Carrizosa. La situación, una y otra vez repetida, dio lugar a la asociación mental de tontuelidad con "D.Gil y sus pollas".

Al tonto a secas podía llamársele menguado, zampatortas, rudo, zamacuco, papanatas, tolondro, ciruelo, zote, mamacallos, mameluco, majadero, zopenco, mastuerzo, borrico, tonto, necio, obtuso, imbécil, mentecato, idiota, torpe, lelo (sinónimos todos del Diccionario Ideológico de Casares), pero ¿cómo describir ahora esta circunstancia tan compleja de "tontuelidad inconsciente"?. Decía el padre Ramón que el que es tonto y lo sabe no es tonto del todo. Así que los imaginativos y bien humorados madrileños lo tuvieron fácil: para expresar la idea de tontuelo inconsciente inventaron D. Gil y pollas = gilipollas.

Y cundió la especie por "todo Madrid", donde se compuso esta palabra especial y castiza nacida en la Capital del Reino y puesta en circulación, siendo después exportada al resto de España y del mundo, ganándose a pulso el derecho de entrar en la Real Academia Española.

Ahí queda eso, que según dicen proviene del profesor Tierno Galván.

7 comentarios:

Eulogio Diéguez Pérez (Logio) dijo...

Pobre señor Gil.

Logan y Lory dijo...

Que curiosa historia, no teníamos ni idea... Osea que el hombre inmortalizó lo que sería esa famosa palabra para denominar a los que hacen el tonto sin darse cuenta de que lo están haciendo.

Nunca nos acostaremos sin saber una cosa más.

Un abrazo

finchu dijo...

Sí, asi es, ya sabía esto ¿pero... dónde lo he leído yo?
Podemos imaginar al portero voceando la llegada de los invitados a las casas madrileñas de la época napoleónica.
Ciertamente así se les fué definiendo a algunos "como un Gil"
Y cuando ya clamaba al cielo eran Gil y pollas.
Hoy diriamos pollitas para evitar la posterior definición.

Unknown dijo...

Vaya documento mas curioso.

Anónimo dijo...

¿Y no hubo nadie capaz de avisarle abiertamente y con discreción a este señor el mal que se estaba haciendo a sí mismo y a sus hijas?

En realidad y si esto que pregunto no ocurrió, como insulto, casi es más compasivo (?).

Será que la maledicencia nunca me ha ido.

Gracias por la información, Juan Nadie.

alma dijo...

Lo encuentro pelín cruel pero me encanta, lo malo es que ya no voy a poder usar el "palabro" con tanta libertad. Me da penica Don Gil y las pollitas más todavía.
Un Saludo.

Moisés P. dijo...

Magistral¡¡¡¡ muy interesante...
saludos

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