Mucho me temo que este texto, que Giovanni Papini escribió en 1951, sigue teniendo validez actualmente en este país nuestro y en cualquier país occidental, sobre todo por algunos personajillos que andan pululando por ahí últimamente.
El Congreso de los Panclastas, o sea, como lo explicaba el manifiesto, de los Destructores Universales, estaba fijado para las cinco, pero yo me retrasé en el campamento de los gitanos y llegué una hora después de la convenida.
Servía de sede un circo ecuestre que estaba de paso por allí. [...]
En medio de la polvorienta pista se veía un enorme cajón de embalar que servía de escenario y tribuna. [...]
-¡Esa indigna burla debe concluir para siempre! ¡No queremos ser estafados y mofados! Nos han prometido la libertad, todas las libertades, y en cambio somos más esclavos que nunca. Libertad de palabra, libertad de imprenta, libertad de reunión, libertad de conciencia, libertades homeopáticas, para uso y satisfacción de las minorías burguesas e intelectualoides. ¡A nosotros no nos bastan! Apenas son los entremeses del gran banquete de los hambrientos de libertad absoluta y total. Bien sabéis cómo, junto a esas briznas de libertad, se destaca más aún la dureza de las antiguas prohibiciones de la moral y de las viejas esclavitudes de la ley.
Según nuestra doctrina, es un insulto para la libertad del hombre toda limitación, por pequeña que sea, hecha a los instintos más naturales y a los deseos más comunes de nuestra especie. Y bien sabéis cuáles son los deseos fundamentales del hombre: apropiarse de lo que le sirve, aun cuando pertenezca a otro; el deseo de quitar la vida a los que amenazan nuestros intereses y nuestros gustos, el de poseer a todas las mujeres que nos agraden... Esos son los instintos secretos y profundos de todos los hombres, de todos, de cualquier raza y condición que sean, incluso son los deseos de los que crean y aplican las leyes, sin exceptuar a los jueces, a los carceleros y a los verdugos. [...]
Una explosión de aplausos y de aullidos interrumpió al orador:
-¡Mueran los diputados!
-¡Abajo los ministros!
-¡A la horca con los policías!
-¡A exterminar a los maestros!
-¡A fusilar a los oficiales!
-¡Mueran los opresores!
-¡Mueran todos!
[...]
De El libro negro, 1951
GIOVANNI PAPINI