Yo, siempre con Savater. Ayer publicaba un artículo en El País titulado Ni podemos ni debemos que acababa con una oportuna cita de L'art de conférer de Montaigne: "Me es imposible tratar de buena fe con un tonto, porque bajo su influjo no sólo se corrompe mi juicio, sino también mi conciencia". Salvando la distancia entre aquellos tontos y los actuales, lo mismo llevo pensando yo desde que la noche del 5 de enero escribí un tuit sobre la ridícula cabalgata de Reyes organizada por el Ayuntamiento de Madrid. Más de 11.600 retuits a esta tierna hora de la tarde en la que escribo; más de 7.000 corazoncitos pulsados por deditos amables; no sé cuántos comentarios, chistes, insultos y memes; hashtag propio, vigoroso y viral; trending topic durante horas; comentarios en los principales programas de radio y televisión; referencias en varios telediarios; y, lo más asombroso, un eco transversal en la llamada prensa de calidad.
A todos los que me han escrito o llamado para darme ánimos y apoyarme ante las hordas tuiteras de la dogmática y adánica alcaldesa madrileña, les he contestado de la misma manera: pero si esto está siendo interesantísimo, la experiencia perfecta para entender una de las verdades de nuestro tiempo: Twitter es un vertedero, la tumba de la inteligencia.
No me refiero únicamente a los comandos organizados que alimentan los circuitos del odio durante horas sin descanso. Toda operación revolucionaria necesita soldados rasos suficientemente ignorantes y entregados como para perder la vida, que hoy es el tiempo, en estériles maniobras de acoso y derribo. Y nuestros chavistas ibéricos cuentan con un ejército. Esto es duro de reconocer para los que consideramos que España no es diferente ni los españoles especialmente cainitas, guerracivilistas o envidiosos. Hay un sector, reconcentrado y activo, que sí lo es. Y con él hay que lidiar. Es el que responde con automatismos a los estímulos más romos. El que lee "chica del PP" y entiende: corrupta, facha y pija. Odia a los pobres (quería estar en la tribuna VIP), detesta a los gais (de ahí sus críticas a la túnica rosa de Gaspar), aborrece a los negros (a los que nosotros, paradójicamente, ponemos a tocar una kora africana en plena Era Obama) y desprecia a las mujeres (porque el auto odio no es patrimonio exclusivo del constitucionalista catalán). Ah, y, por supuesto, es una integrista religiosa, porque para qué preguntar si cree mucho, poquito o nada, no vaya a ser que en esto también esté con Savater. Que lo estoy.
Con estos tontos no hay nada que hacer. No interesan ni como objeto de bloqueo.
Más relevante me parece lo que está ocurriendo fuera de los círculos del sectarismo podémico, en las cumbres de la política y el periodismo. Viejos y nuevos. La pérdida no ya de calidad sino de capacidad básica de comprensión e interpretación es asombrosa. Como si la restricción de caracteres impuesta por Twitter hubiera impuesto una restricción mental equivalente: la obligación de prescindir de la ironía, del humor y del matiz; de las referencias literarias, más o menos veladas, y de las figuras retóricas, incluidas las más evidentes como la hipérbole o la repetición. Jamás, jamás, jamás. Estos días me han preguntado, con toda seriedad, qué tal está mi hija y si algún día lograré perdonar a Carmena. También he leído que mi tuit forma parte, incluso encabeza, "una ofensiva del Partido Popular". Y esto en el mismo periódico que hace pocas semanas me calificaba, con amabilidad, de "heterodoxa" en su portada. Por no hablar del delirio al que han llegado algunos sabuesos digitales, que detectan una conspiración política de gran alcance orquestada desde Faes. ¡Uy, qué morbo!
Sí, Twitter está arrasando con la política y el periodismo cultos, esforzados, incisivos e inteligentes. Y, sin embargo, no por ello vamos a dejar de usarlo. Que los tontos no corrompan nuestro juicio ni nuestra conciencia. Seguiremos dialogando. Como si del otro lado estuviera siempre Montaigne.
CAYETANA ÁLVAREZ DE TOLEDO - El Mundo, 08/01/2016
Qué inteligente artículo. Quién dijo que estamos perdidos... Para volver a releer.
ResponderEliminarY no digamos el de Savater, al que hace referencia, aunque trata de cosas más generales.
ResponderEliminar...El cual acabo de leer con gusto.
ResponderEliminarPues yo creo que a esta chica se le debería caer la cara de vergüenza por utilizar a una niña, que además es su hija, para atacar políticamente a quienes no traga ni soporta porque están donde están, que ahí está el fondo de la historia.
ResponderEliminarQue diga que le parece ridícula la cabalgata lo puedo entender, pero que meta a una niña en el barrizal, no.
Mi hija de 6 años: "Mamá, el traje de Gaspar no es de verdad." No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás.
Si no es una exageración como la copa de un pino que venga el Rey Gaspar y lo vea. Si es verdad que lo dijo la niña, que me da en la nariz que no.
Pero suponiendo que lo dijo, cuando se entere su hija de que no solamente el traje no era de verdad, sino también Gaspar, y que los regalos los compraba su mamá (Mamá Reina Maga), seguramente, su hija sí le perdonará.
Pues no, no todos los españoles somos cainistas, guerracivilistas o envidiosos, pero sí lo son los del sectarismo podémico y sectarismo pepémico, son las dos caras de una misma moneda.
ResponderEliminarQue meta a Savater en lo suyo parece como que necesitara apoyarse en él para poder utilizar la palabra "tonto" (que nombra varias veces) y aplicarla con más solvencia moral porque antes la menciona él a través de la cita. Que les llame tontos ella abiertamente y valientemente si es lo que piensa, pero que no se escude en lo que trae Sabater en su artículo, como para darle más fundamento a su "tontos".
ResponderEliminarNo puedo estar en absoluto de acuerdo contigo, Marian, lo siento. A quien se le debería caer la cara de vergüenza, si le diese por pensar en la estupidez que cometió (que al final es verdad que es una nadería, una ocurrencia de las muchas que se le ocurren a esta gente, porque no tienen nada útil que proponer), es a la señora Carmena y sus corifeos.
ResponderEliminarLo de "jamás, jamás, jamás", es una figura retórica literaria, mujer.
Por supuesto que no todos los españoles somos cainitas y sectarios y envidiosos y guerracivilistas, y lo que quieras añadir, pero la moneda, aun teniendo dos caras, tiene lastrada una de ellas. Quizá las dos, pero de distinta manera.
Apoyarse en gente inteligente, de la que estamos últimamente muy carentes, es de personas inteligentes.
ResponderEliminarEspero que no se deduzca de esto que apoyo todo lo que diga un determinado sector político. ¿Esta señora es del PP? ¿Lo fue? ¿Lo sigue siendo? Y a mí, ¿que más me da?
El gran Newton decía: "Si he llegado tan lejos es porque he estado subido a hombros de gigantes", agradeciendo las aportaciones de Galileo o Kepler. Naturalmente este asunto es infinitamente inferior, pero viene a cuento de lo que dices sobre apoyarse en Savater.
ResponderEliminarYo creo que no, que los dos sectarismos están en la misma moneda, lo veo a diario.
ResponderEliminarSi en lo de alguna ocurrencia hasta podemos estar de acuerdo, pero, por ejemplo, quitar los asientos 'VIP' que hasta ahora estaban destinados a hijos y familiares de altos cargos públicos, famosos y demás, me parece una buena idea y justa por el destino que se les ha dado.
Apoyarse en gente inteligente para llamar "tonto" a alguien me parece de poco inteligentes y de personas manipuladoras, la verdad, por muchas carreras y cúrriculum vitae que tengan a la espalda.
Vale, pásate mañana, si quieres, por "Salvo el crepúsculo".
ResponderEliminarJamás, jamás, jamás ;)
ResponderEliminarJó!
ResponderEliminarA partir del año que viene será requisito indispensable que los Reyes Magos presenten el correspondiente cúrriculum vitae más el certificado de sangre azul. Como no estuvieron ni en el Portal de Belén no sé cómo lo van a hacer, pobrecitos. Tendrán que mentir (o tirar de la magia).
ResponderEliminarEsto es como los partidos de fútbol de los chavales, que los que la acaban liando son los padres. Aquí los Reyes Magos, que son muy modernos ellos, llegan por la mañana al campo de fútbol de Las Gaunas en helicóptero. Algo pasó con los helicópteros y llegaron en un minibús. La que prepararon los padres fue de órdago, una pitada que ni Iturralde en sus mejores tiempos. Qué ejemplo para los niños.
ResponderEliminarLa vulgaridad campa a sus anchas por todas partes.
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