Mal comenzó La Semana Mayor para los flamencos. Se ha ausentado el maestro de Cádiz como siempre, sin molestar, y mientras Sevilla, su Sevilla, aunque él era bético hasta las cachas, se pavoneaba en las horas gozosas del Domingo de Ramos, más allá de las Palmeras, en su domicilio de la calle Ganso, las palmas a compás enmudecían porque a las once de la noche, cuando la Amargura enfilaba la cuesta de Argote de Molina al compás de sones alcalareños, fallecía Juan Miguel Ramírez Sarabia, ‘Chano Lobato’, el gran maestro de la escuela de Cádiz, algo así como un pintor que retrató luces gaditanas amplificando algunas voces en su sentido más alegre y festero.
Chano Lobato (Cádiz, 1927), se inició a los 16 años de edad en la venta La Palma, junto a Aurelio Sellés, Antonio el Herrero y Servando Roa, para trasladarse a Madrid y pasar de seguida a cantar para el baile, entre otros, de Pastora Imperio, Pilar López, Alejandro Vega, el genial Antonio, Manuela Vargas y Matilde Coral.
Hacia 1954 hizo su primera grabación para el conjunto del guitarrista Paco Aguilera, haciendo lo propio más tarde, en 1966, para el guitarrista Juan Serrano, y al año siguiente con Antonio, mas se da a conocer a la afición en 1973 merced al poeta Antonio Murciano y a través del disco ‘Oído al cante de Chano Lobato’, junto a Manolo Sanlúcar.En el decenio de los ochenta fue progresivamente cantando “alante” hasta erigirse en maestro supremo, maestría que, aunque manifestada tardíamente, aporta un elemento estético-descriptivo que le distingue de sus coetáneos: su detallado realismo y el conocimiento exhaustivo de la cultura musical de la Gades milenaria...
Al tiempo de su adiós, y cuando celebramos el centenario de su amigo y maestro, Antonio Mairena, justo sería parafrasear a Félix Grande cuando elogió la obra inconmensurable del primer hijo predilecto de Andalucía: todo lo que no esté en Chano Lobato en los cantes de Cádiz, hoy no está en ningún otro artista. Él fue quien le puso ritmo a la memoria. MANUEL MARTÍN MARTÍN
En el cielo de los flamencos están cantando por alegrías. Otro de los grandes que se va. Deja escuela, que no es poca cosa.
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